✨ Confía, haz, observa, ajusta y sigue confiando
El realista ajusta las velas y sigue navegando.
Imagina que estás en una isla desierta del Caribe. Muy desierta. No hay comida, ni bebida, ni nada de nada. No puedes quedarte a meditar, descansar y desconectar del mundo. Tienes que irte si quieres sobrevivir.
Ahora imagina que llegan dos barcos a por ti: uno es el de los optimistas y el otro, el de los pesimistas.
¿En cuál te subes?
El de los optimistas quizá es más divertido, pero… ¿sabrán detectar la tormenta antes de que llegue?
El de los pesimistas parece ser más seguro pero… ¿tendrán el ánimo para afrontar la tormenta o se echarán directamente al mar antes que afrontarla?
Parece que si nos vamos a los extremos, con ninguno te salvas.
En esa dicotomía surrealista que muchas veces nos planteamos entre ser optimista o ser pesimista, quizá la cuestión no es tanto ver quién tiene razón y quién sobrevive, sino atender a cómo vive cada uno.
Quiero decir, de los dos perfiles ¿cuál crees que tiene una existencia más placentera?
Aunque los optimistas puedan recibir más críticas o incluso rechazo social, son ellos los que viven mejor.
En general, el optimismo está relacionado con varios beneficios para la salud mental y emocional. Las personas optimistas tienen mejor resiliencia, mayor bienestar y afrontan mejor los desafíos que se les presenten, porque ven las dificultades como situaciones temporales y superables. Son capaces de disfrutar más de la vida y sufren menos depresiones.
El pesimismo en cambio, predispone a la ansiedad, el estrés y la depresión, ya que se enfoca en los peores resultados posibles. Puedes pensar que ante una situación compleja es mejor ponerse en lo peor para no llevarte una decepción después, pero en realidad el bajón te lo llevarás igual si lo peor sucede. No te habrás ahorrado un malestar, el dolor será el mismo. Sin embargo, si resulta que las cosas van mejor de lo que esperabas, habrás pasado un mal rato de manera gratuita.
Hola, ¿qué tal? Estás en Historias Bonitas, mi libreta personal de aprendizajes e historias que inspiran ilusión y confianza.
Pero la vida no está hecha de negros y blancos, sino de claro-oscuros. Pocas personas son totalmente optimistas o totalmente pesimistas. La mayoría nos movemos entre un lado y el otro, según la situación que se nos presente o incluso según nos encontremos de ánimos y energía.
Ser consciente de lo peor que puede pasar en una situación puede ahorrarte muchos problemas si tomas medidas (no si sólo te preocupas pero no haces nada por evitarlos, claro). No se trata de ser pesimista, sino de ser realista y afrontar los aspectos negativos que pueden presentarse, actuando con el mayor tiempo y calma posible, o tomar decisiones más informadas (y por tanto, mejores).
Ser consciente de lo mejor que puede pasar frente a una situación te da el ánimo para ir hacia ella, superarte y avanzar. Es el optimismo el que te anima a levantarte.
Como en cualquier asunto, en el equilibrio se encuentra la virtud.
Algunos lo llaman optimismo realista y otros, ser realistas.
✨ Historias de personas realistas
James Dyson estaba convencido de que conseguiría desarrollar una aspiradora que no llevase bolsa y que le haría rico. Y lo hizo mientras él, su esposa y sus tres hijos vivían de un pequeño huerto, hacer pan y de un trabajo nocturno en la gasolinera. Llegó a falla en más de 5.000 prototipos y fue perdiendo inversores por el camino. Los fallos técnicos le frustraron, por supuesto, pero con cada uno tomaba notas de lo que no funcionaba hasta que consiguió crear la aspiradora de sus sueños. Hoy es uno de los hombres más ricos de Reino Unido.
Aquello le enseñó la lección más importante de su vida. No, no es la de cómo hacer un aspirador sin bolsa y hacerse rico (que también), sino la de que se aprende más con los errores que con los aciertos.
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Howard Schultz creció en una familia de clase baja en Brooklyn. Vivió graves dificultades financieras mientras su padre luchaba por mantener sus empleos. Aun así, consiguió ir a la Universidad, licenciarse en comunicación y dedicarse a las ventas.
Un día entró en una cafetería llamada Starbucks en Seattle, y quedó impresionado con el conocimiento que mostraban del café. Mantuvo contacto con los dueños y les expresó su interés en trabajar con ellos. Un año después, se unió a Starbucks como Director de Marketing.
En un viaje a Milán, Schultz observó muchas cafeterías por todas partes, donde no solo servían un café excelente, sino que eran lugares de reunión, encuentro. y reposo.
A su regreso, trató de persuadir a los propietarios para que ofrecieran otros productos. Pero a pesar de que el piloto de su concepto tuvo éxito, los propietarios se negaron a implementarlo en toda la compañía, alegando que no querían ingresar en el negocio de los restaurantes.
Frustrado, Schultz abandonó Starbucks en 1985 para llevar él mismo a cabo su idea. Necesitaba 400,000$ pero no tenía ese dinero y además, su esposa estaba embarazada de su primer bebé.
El fundador de Starbucks y el cofundador, Jerry Baldwin y Gordon Bowker, se ofrecieron a ayudarle, así como un médico impresionado por la energía de Schultz.
En 1986, había recaudado el dinero que necesario y abrió "Il Giornale", la cafetería con el nombre de un periódico milanés. La tienda ofrecía helado además de café, tenía pocos asientos y ponía música de ópera de fondo. Dos años más tarde, la gerencia Starbucks decidió concentrarse en otra de sus vertientes y le vendió su unidad minorista de Starbucks.
Schultz cambió el nombre de "Il Giornale" por "Starbucks" y expandió agresivamente su alcance en los Estados Unidos. Su perspicacia y su visión permitieron que expandiera la empresa rápidamente.
Starbucks no solo se convirtió en la cadena de éxito mundial que conoces, sino que ha sido la primera marca global capaz de redefinir una experiencia tan rutinaria como la de tomar café.
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Stephen King recibió numerosas cartas de rechazo antes de publicar nada. En su libro, Mientras Escribo, cuenta como él y su mujer trabajaban en lavanderías o sitios que no les requerían demasiada carga mental y aprovechaban para escribir en cualquier hueco que encontrasen. La primera novela que escribió y que llegó a ser un bombazo en el cine recibió 30 rechazos antes de ser aceptada.
Y aunque así al leerlo parece que nunca flaqueó o no fue pesimista, no fue así. Por supuesto que se desanimó e incluso tiró el manuscrito a la basura. Fue su esposa la que lo sacó y lo alentó a seguir intentándolo. Después de reflexionarlo, afrontó la situación y decidió mejorar algunos aspectos de su escritura. Al final consiguió publicarla y así Carrie llegó a la gran pantalla.
“El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie. El realista, ajusta las velas”
William George Ward