¿Has sentido alguna vez vergüenza por algo que hiciste o dijiste años atrás?
Yo sí. Muchas veces.
Por ejemplo, 🙈 recuerdo con 4 años estar sentada en un banquito del cole y hacerme pipí encima bajo la mirada de otros niños.
🙈 Con 14 años me apunté a clases de teatro para vencer mi miedo escénico, y aún hoy recuerdo y siento la vergüenza de ponerme cantar frente a todos mis compañeros una canción súper complicada, que tiene unos momentos muy altos. Yo no sé qué pasaría por mi cabeza cuando elegí Eternal Flame… ¡ni siquiera me la sabía bien!
🙈 Me avergüenzo aún hoy de algunas cosas que dije durante mi adolescencia. Ah, y de la ropa que llevaba. ¿Mamá por qué me dejabas salir así?
🙈 Recuerdo una tarde en la que compré varios libros en Casa del Libro de Zaragoza. Estaba de visita en la ciudad, rondaba los 20 años y andaba justa de dinero. Nada más comprarlos me arrepentí, ¿cómo me había gastado tanto dinero en libros cuando no me sobraba el dinero y tampoco tenía mucho tiempo para leer? Volví y devolví algunos. Después me arrepentí de nuevo, así que regresé a comprarlos de nuevo.
🙈 Me corroe la vergüenza cuando pienso en algunas elecciones que he hecho en mi vida. ¿De verdad invertí mi tiempo y esfuerzo en terminar una licenciatura que detestaba en lugar de probar otro camino? ¿Dejé ir la oportunidad de trabajar en Suiza por seguir a mi “amor verdadero” a Barcelona?
🙈 Me guardo para el terreno de lo privado las situaciones de las que me avergüenzo -mucho- patrocinadas por José Cuervo y Jägermeister.
Al recordar estos momentos me ruborizo, pero también me sale una sonrisilla que me ilumina el semblante. “Sí que he vivido cosas”, pienso.
En cambio, la vergüenza que duele, esa que calienta las venas y remueve el estómago, me carcome cuando pienso en todo aquello que sueño con vivir, pero que por algún motivo no me atrevo. Me pongo excusas o trabas que me impiden ponerme con ello. No sé si es miedo a conseguirlo o a fracasar o un poco de ambas.
Eso sí que me avergüenza, sin sonrisa que lo acompañe.
Para vencer esta sensación de vergüenza y miedo a la hora de intentar cumplir mis sueños me gusta poner en perspectiva el asunto.
Esta puesta en perspectiva la hago pensando en el concepto de calendario cósmico del que habló Carl Sagan en su libro Los dragones del Edén (1977) y que popularizó la serie Cosmos (1980).
Se trata de la historia del Universo resumida en un año. Una analogía estupenda que nos ayuda a reflexionar sobre la influencia que tienen nuestras acciones en la existencia.
Sirve para esto y para restar importancia a cuestiones que nos han dolido o a problemas que vistos en perspectiva, no lo son tanto. También para darte cuenta de lo pequeños que somos, rebajar un poquito ese egocentrismo humano.
Te lo cuento aquí abajo y si quieres verlo en el documental, lo tienes explicado de maravilla.
Imagina que el Big Bang tiene lugar el 1 enero. De ser así, la Vía Láctea se formó en mayo. A partir de junio nacerían los sistemas solares de esta galaxia. El nuestro, el 9 de septiembre. La vida en la Tierra, el día 30 del mismo mes.
Los primeros dinosaurios nacerían el 25 de diciembre. Los primates, el 30.
Los más primitivos Homo Sapiens aparecerían en escena unos 10 minutos antes de la medianoche del último día del año.
A las 23 horas, minuto 59, segundo 20 comienza la domesticación de plantas y animales y la aplicación del talento humano para tener herramientas
La historia de la humanidad tal como la conocemos ocuparía sólo los últimos 21 segundos del año.
21 segundos. TODO.
Hemos surgido tan recientemente que somos tan sólo unos segundos. Momentos clave para que nosotros tuviésemos vida, se dan minutos antes.
En el calendario, cada mes son 1.250 millones de años. Cada día son 40 millones de años. Cada segundo unos 500 años de nuestra historia. apenas un parpadeo en la orda del tiempo cósmico.
Si este calendario fuera como un campo de fútbol, la historia humana tendría el tamaño de una mano.
Acabamos de despertar ante el gran océano de espacio y tiempo del que hemos surgido. Somos el legado de 15.000 millones de años de evolución cósmica.
“Podemos elegir entre enriquecer la vida y conocer el Universo o dilapidar nuestra herencia autodestruyéndonos sin sentido. El primer segundo del próximo año cósmico dependerá de lo que hagamos aquí y ahora con nuestra inteligencia y el conocimiento del Cosmos”.
Escucho a Carl y pienso, ¿¿¿de verdad vas a dejar que un poco de vergüenza o un mucho de miedo te impidan hacer lo que sea que deseas hacer con tu vida???
¿¿¿De verdad que dejarás que “el que dirán” sea un freno para tus avances???
¿¿¿Te rendirás ante tu voz interior más crítica, esa que te maltrata psicológicamente y te resta valor???
¿¿De verdad que dejarás pasar los días sin comprometerte con tu propósito??
No. Ni hablar. No más.
Hay que seguir adelante.
¿Qué te parece? ¿Te apuntas?