Una de las preguntas que más nos hacen cuando somos pequeños es la de ¿qué quieres ser de mayor?
Una cuestión a priori inofensiva para quien la plantea, que sólo manifiesta interés por conocer al infante, pero que puede ser la semilla de un futuro dolor para quien se ve obligado a contestar a semejante pregunta cuando ha saboreado tan poco la vida.
Si a los mensajes de este tipo que recibimos desde la infancia, añadimos los anuncios, historias y películas donde la trama se centra la transformación del personaje que debe conseguir algo como vencer un gran obstáculo, ganar grandes riquezas o alguna proeza, terminamos creyendo que el premio está al final del camino, cuando cumplimos el objetivo. Como si todo lo que hacemos sólo contase cuando al final obtenemos el fruto esperado (o más, nunca menos).
Nos quedamos con la sensación de que la vida sólo vale la pena cuando consigues lo que te has propuesto y mejor si son objetivos grandes.
En contra de este planteamiento se muestran estudios de diversos profesionales, como la psiquiatra Elisabeth Kübbler-Ross o el doctor Enric Benito. Estos profesionales que han vivido y trabajado en contacto con la muerte a diario han observado que, al final de sus vidas, las personas entienden que lo importante nunca fue conseguir esos objetivos, sino proponérselos. La experiencia no va del fin en sí mismo sino de lo que aprendes en el camino recorrido.
En esos últimos instantes en los que toca despedirse del cuerpo y de la vida disfrutada, no valoramos los grandes logros, sino cómo hemos vivido, a qué (o a quienes) hemos dedicado nuestra atención y nuestro tiempo. Lo que está claro es que ninguno desea haber pasado más horas en la oficina.
Y aun sabiéndolo, a veces nos empeñamos en conseguir dinero para comprar pisos, irnos a países más lejanos, coches de grandes casas, ropas de diseño… llegando a perder de vista el cómo, a qué estamos renunciando hoy para conseguir algo que mañana igual ya no te sirve…
Lo que me planteo, cuando lo que haces a diario lo haces con el objetivo de ganar dinero (únicamente bajo esa premisa) es… ¿vale la pena trabajar?
Hola, ¿qué tal? Estás en Historias Bonitas, mi libreta personal de aprendizajes e historias que inspiran ilusión y confianza.
Aquí te dejo la parábola del pescador para que veas lo que quiero decir:
En un pueblo de la costa, un paisano se encuentra en la orilla del mar frente a una caña de pescar, sentado en su sillita medio adormilado, esperando a que un pez muerda el anzuelo.
Un turista norteamericano se le acerca, empiezan a hablar y le pregunta: ‘Y usted, ¿en qué trabaja? ¿A qué se dedica?’.
‘Soy pescador’, responde el señor ya más despejado.
‘Caramba, un trabajo muy duro’, replica el turista, que añade: ‘Supongo que trabajará usted muchas horas cada día, ¿verdad?’.
‘Bastantes, sí’, responde su interlocutor.
‘¿Cuántas horas trabaja como media cada jornada?’.
‘Bueno, yo le dedico a la pesca un par de horitas o tres cada día’, replica el pescador.
‘¿Dos horas? ¿Y qué hace usted con el resto de su tiempo?’.
‘Me levanto tarde, pesco un par de horas, juego un rato con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer y, al atardecer, salgo con los amigos a beber unas cervezas y a tocar la guitarra’.
‘Pero ¿cómo es usted así?’, reacciona airado el turista norteamericano.
‘¿Qué quiere decir? No entiendo su pregunta’.
‘Que por qué no trabaja más. Si lo hiciese, en un par de años tendría un barco más grande’.
‘¿Y para qué?’.
‘Más adelante, podría instalar una factoría aquí en el pueblo’.
‘¿Y para qué?’.
‘Con el paso del tiempo montaría una oficina en el distrito federal’.
‘¿Y para qué?’.
‘Años después abriría delegaciones a nivel Europeo y en Estados Unidos’.
‘¿Y para qué?’.
‘Las acciones de su empresa, en fin, cotizarían en bolsa y sería usted un hombre inmensamente rico’.
‘¿Y todo eso, para qué?’, inquiere el pescador.
‘Bueno’, responde el turista, ‘cuando tenga usted 65 o 70 años podrá retirarse tranquilamente y venir a vivir aquí a este pueblo, para levantarse tarde, pescar un par de horas, jugar un rato con sus nietos, dormir la siesta con su mujer y salir al atardecer con los amigos a beber unas cervezas y a tocar la guitarra’.
Me crucé con esta historia hace años y desde entonces le doy vueltas y la tengo presente cuando tengo que tomar grandes decisiones.
Para llegar al final de la vida con calma, la clave está en ser coherente con uno mismo en las decisiones que se toman en el camino.
No puedes controlar las oportunidades y desgracias que te tocan vivir, pero sí puedes elegir cómo afrontarlas. Cuanto más te conozcas y más sinceridad te regales, mejores decisiones tomarás.
Hoy he encontrado al protagonista en la vida real de la parábola del pescador: Juan José Pajares. Es el alfarero que ha enamorado a Zara Home y la ha rechazado.
Juan José recibe recibe muchas llamadas a diario de compañías interesadas en distribuir sus productos, hacerle más famoso y rico, pero él nunca responde o rechaza las ofertas. Representa la quinta generación de alfareros de Arroyo de la Luz en Cáceres y sigue utilizando técnicas totalmente manuales para crear sus piezas.
Defiende la calidad de su producto gracias a seguir un proceso totalmente artesano, desde el torneado, el vidriado hasta su cocción en el horno. Y para mí lo más bonito, realiza otra serie de labores divulgativas y educativas, como talleres en centros escolares o participación en ferias, con el objetivo de difundir los valores y patrimonio cultural de su oficio.
Si sigue así Juan no se hará rico nunca, pero a cambio consigue preservar la tradición, mantener el control creativo de lo que hace (el mayor placer de todo aquel que disfrute creando), primar la calidad sobre la cantidad, mantenerse fiel a sus valores de sostenibilidad, ética laboral y comunidad local, y mantener su esencia y autenticidad.
“El propósito de la vida es vivirla, saborear la experiencia al máximo, para llegar con interés y sin miedo a nuevas y ricas experiencias”
Eleanor Roosevelt.
🌴 Esta newsletter es de periodicidad semanal, pero con la llegada del verano necesito reducir el ritmo y por eso, durante julio y agosto será quincenal.
Muy en línea con el tema de hoy, elijo disfrutar de este verano -el primero en una familia de cuatro 👩🏼❤️👨🏼👶🏼🐶-, recargar energía y terminar un par de proyectos.
Septiembre empieza el nuevo curso y llegará plagado de novedades 🌟