“Ya lo haré…”; “La próxima vez será…”; “Queda mucho tiempo…”; “El año que viene seguro que lo hago…”, “Ahora no es el momento…”….
¿Cuántas veces nos decimos estas frases, una y otra vez, cuando se nos pone por delante algo que deseamos hacer, pero que no nos atrevemos?
No me refiero a las excusas que puedes poner para procrastinar lo que no te apetece hacer, lo que te resulta pesado o lo que no tienes ganas. Me estoy refiriendo a esas cosas que sí deseas, que sí quieres vivir alguna vez en la vida, pero que aún así, siempre las acabas posponiendo.
Como ese viaje que sueñas hacer algún día; ir a visitar a un ser querido que está lejos (o cerca, pero estáis siempre muy ocupados); vivir en otra ciudad; ir a esquiar; tener un perro; declararte a una persona; aprender a navegar; ir a comer a un restaurante especial; o algo tan sencillo como leer un libro que tengas pendiente hace años…
🙋🏼♀️ Yo soy la primera que vive con el lema “ya tendré tiempo, mejor más adelante”.
Pero la vida no para de demostrar que eso no es cierto. Que la vida se acaba, las cosas cambian, y es así para todos. Es lo natural, lo normal y no pasa nada, pero es así.
El problema de que exista un tabú en nuestra sociedad sobre la muerte, es que tenemos una falsa sensación de que el tiempo es infinito. De que siempre podremos ir a visitar a nuestros amigos o familiares, que habrá tiempo para hacer ese viaje, para volver a disfrutar o para conocer a nuevas personas.
Lo cierto es que esto no es así. Como dice la protagonista de la historia que te traigo hoy en mi blog, Elisabeth Kübler-Ross: “No tendrás otra vida como ésta. Nunca volverás a desempeñar este papel y experimentar esta vida tal como se te ha dado. Nunca volverás a experimentar el mundo como en esta vida, en esta serie de circunstancias concretas, con estos padres, hijos y familiares. Nunca tendrás los mismos amigos otra vez. Nunca experimentarás de nuevo la tierra en este tiempo con todas sus maravillas. No esperes para echar una última mirada al océano, al cielo, las estrellas o a un ser querido. Ve a verlo ahora”
Yo perdí a mi padre sin esperarlo y sin despedirme. Estaba ingresado por una neumonía, pero se recuperaba. Un par de días antes de que se fuera, vi una película de Disney en el cine (que ahora es una de mis favoritas, a pesar de que siempre lloro cuando la veo), Coco.
Al día siguiente fui a visitarle en el hospital y le conté la película. Sabía que a él le gustaría porque le encantan las rancheras, el tema de los seres queridos, los muertos, el Cielo… cuestiones que a él, que siempre fue un hombre muy espiritual, le fascinaban. Le dije que la veríamos juntos en el cine en cuanto tuviera el alta. Aquello me hacía mucha ilusión, porque cuando era niña íbamos al cine casi cada fin de semana, pero hacía ya años que no lo repetíamos.
La noche antes de su partida le pregunté a mi madre: “Mamá, ¿al papá le darán el alta mañana, verdad?” Y su respuesta fue clara “Sí cariño, seguramente mañana o esta semana podrá salir”.
Así que yo ya estaba haciendo los planes para ir al cine con mi padre. Pensaba de verdad que tenía tiempo…
Puede que esto te resulte dramático, pero en realidad no lo es. Para mí no es un recuerdo embriagado de drama, sino un aprendizaje que me repito cuando entro en el bucle de pensar “mañana lo hago” o “ya tendré tiempo”. Simplemente la vida es así, la muerte está ahí para todos y no hay que verla como un drama, por mucho que nos duela la pérdida. *Lo importante no es lo que has perdido, sino lo que ha vivido. Por eso es tan importante centrarse en vivir.
Como dice Elisabeth, “Morir no se trata sólo de la vida perdida, sino también de la vida vivida”
Elisabeth Kübler-Ross fue una psiquiatra que se dedicó a acompañar a enfermos y moribundos en la última etapa de su vida, ayudándoles a aceptar la muerte y adoptarla con paz y dignidad.
Esta mujer comprendió desde muy pequeña que la muerte es una parte de la vida, no el fin de la misma, y que no hay que tenerle miedo. Si habláramos más de ella, no nos cogería por sorpresa, aprovecharíamos mejor nuestro tiempo y no sufriríamos tanto los que nos quedamos por aquí. Aceptar la pérdida de un ser querido es el mayor dolor que podemos padecer.
Encontrar a esta doctora me ayudó a llevar mejor mi sufrimiento (lo que en ningún caso quiere decir estar menos triste, sino llevarlo de otra forma). Sus enseñanzas, en cierto sentido, me han cambiado la vida. Quizá no habría lanzado esta Newsletter ni este Blog de no haberla encontrado. Tampoco me dedicaría al sector en el que trabajo porque suponía para mí un gran cambio de vida, ni habría vuelto a tener pareja por el riesgo que eso conlleva... Así que estoy muy agradecida por haberla “conocido”. (Gracias Lore por recomendármela ❤️).
👉🏻 Aquí puedes leer su historia, llena de lecciones hermosas sobre la VIDA.
Como conclusión, mi mensaje de hoy es: si tienes claro tu deseo pero todavía no te has comprometido a cumplirlo, si de verdad quieres hacerlo, HAZLO YA.
Todos tenemos compromisos y obligaciones que debemos cumplir, pero ahora mismo te pido que hagas el ejercicio de olvidar lo que tienes que hacer. Pregúntate qué quieres hacer, qué necesitas para cumplirlo, y comprométete con ello.
Y si encuentras reticencias, hazte las siguientes cuestiones: “¿Qué me lo impide?, ¿por qué no lo estoy haciendo YA?” “¿A qué estoy esperando?”
Date tiempo para escucharte, para ser sincera o sincero contigo mismo, reconocer tu respuesta y date el espacio para encontrarte una solución.
Hazte ese regalo 😉
*Este es el primer libro que leí de Elisabeth, que me ayudó enormemente y hoy no puede faltar en mi biblioteca. Lo recomiendo para afrontar el duelo ante cualquier pérdida.