Envidio muchísimo a todo aquel que ha tenido su vocación clara desde que era pequeño. Esas personas que siempre han sabido lo que querían hacer con su vida y lo han hecho. Los que nunca se cuestionaron su valía y se pusieron manos a la obra. Los que fueron tomando las decisiones adecuadas desde el momento cero.
Yo no soy de esas personas.
De niña pasé por épocas. He querido ser veterinaria; cajera de Mercadona (amaba el teclado de las cajas registradoras de la época y la idea de que no me llevaría el trabajo a casa 🖖🏻); e incluso ser meteoróloga. Desistí.
Sólo había una tarea que permaneció desde siempre en mi mente, intacta pero etérea y sin concreción. Me imaginaba escribiendo. Y lo hacía desde que conseguí leer por primera vez un libro. Siempre me llevaba uno a todas partes, junto a una libretita por si quería apuntar algo.
Pero a medida que fui creciendo no me sentía capaz de vivir de ello. No llegué a unir el placer que me daban la lectura y la escritura con la posibilidad de cobrar y vivir de ello con holgura. “Los artistas no ganan dinero”, “del arte no se vive”. Y esa clase de pensamientos limitantes variados, que ni siquiera sé de dónde vienen.
Como en mi esquema mental escribir no iba a darme dinero, fui tomando decisiones basándome en el retorno económico que podría obtener, no si me gustaban o si se me daba bien.
Hasta que me tocó empezar a trabajar. En ese momento comprobé que si no sentía cierto placer, una pizca de pasión en lo que hiciera, no merecía la pena para mí.
De ahí que hasta hace muy poquito me haya costado dar con algo que me apasione, se me dé bien y me aporte un retorno económico. Lo que dicen por ahí que es el Ikigai*.
*Ikigai para quien no lo sepa, es… esto:
“Vale muy bien Ana, esto de las vocaciones, el Ikigai… ¿pero qué es un late bloomer?”
Perdona, que me desvío.
Un late bloomer es una “flor tardía”, alguien que descubre y desarrolla su talento más tarde en su ciclo vital de lo que se considera como normal o típico.
Por ejemplo, mis compañeros de carreras (Derecho + ADE) se hicieron abogados o financieros al terminar de estudiar y les ha ido muy bien. Ellos no son late bloomer, han florecido cuando se dice que toca hacerlo.
Mi generación ha sido de las últimas en crecer con expectativas muy altas en cuanto a la vida. Tienes que estudiar, encontrar un trabajo, casarte, no demasiado tarde tener hijos y quizá en algún momento -si has ahorrado suficiente-, jubilarte. (Las generaciones más jovencitas parecen ser más listas y ya saben que la vida no va de eso).
Los late bloomers pueden descubrir lo que quieren o dar con la clave de lo que se les da bien más tarde, en una etapa más avanzada. Se dice que viven un proceso de autodescubrimiento que puede manifestarse a los treinta, a los cuarenta o incluso más adelante.
Y yo, después de probar muchísimas cosas -de verdad, muchas-, por fin me siento ahí, en un momento vital súper dulce. Estos últimos años he descubierto temas que me apasionan, áreas en las voy profundizando y podría pasarme días enfrascada si no fuera porque otras personitas me reclaman 🤱🏼. Al fin me estoy dedicando a potenciar el talento que siento. Ser mamá también me ha mostrado una vocación que desconocía, además de hacerme mucho más eficiente (el tiempo ahora sí es oro).
❤️ Hablo con conocimiento de causa cuando digo que lo bueno de ser un late bloomer es:
Autoconocimiento: gracias a haber transitado distintos caminos, sabemos qué se nos da mejor o peor.
Persistencia: seguimos buscando lo que nos apasiona, a pesar de no encajar en las expectativas de los demás o en las que uno mismo se había montado.
Resiliencia: adaptamos nuestras experiencias previas para enriquecer la nueva dirección.
Visión única: esas desviaciones en el camino nos permiten hacer las cosas de una manera única y diferenciada.
La continua y perenne posibilidad de florecer en todo aquello que desees probar. Atreverse a ser nuevo en algo es una virtud, y cultivar esa curiosidad y ganas por aprender de nuevos sectores o aficiones te mantendrá vivo hasta el último de tus días.
❌ ¿Lo malo?
Las comparaciones odiosas con los demás. Es difícil no caer en ellas cuando has tenido un mal día.
La sensación de haber perdido el tiempo, el dinero y la energía.
La inseguridad al adaptarte a un nuevo campo donde quieres brillar.
Por si eres de los míos, que le ha costado encontrar su vocación o que está en ello, no te preocupes. Existen muchas flores tardías.
¿Sabes que Sten Lee, aunque siempre trabajó en los cómics, creó a su personaje más famoso -Spider Man- cuando tenía 40 años?
La tercera temporada de una de mis series favoritas, Only Murders in the Building, que puedes ver en Disney +, está dedicada a este colectivo.
Otro ejemplo fascinante lo protagoniza la historia de la mujer que te traigo hoy, que nos dejó el pasado 3 de marzo con 102 años. Una rara avis, el pájaro más extraño, única en su especie.
💫 Hija única del dueño de un negocio de vidrios y espejos y de la dueña de una boutique en la época de la Gran Depresión. 🌟 Iris Apfel 🌟, nacida en 1921 en Queens, demostró desde niña tener la actitud adecuada para la moda y el diseño.
Estudió historia del Arte en la Universidad de Nueva York y eligió dedicar su vida a cumplir su sueño de trabajar en editoriales de moda y en diseño de interiores.
En 1948 se casó con el amor de su vida -historia que me reservo para contar otro día-, Carl Apfel, con quien fundó Old World Weavers, una empresa de textiles que mantuvieron hasta que se retiraron en 1992. (Él se fue de este mundo sólo dos años antes que ella, con 100 años… me pregunto si no haber tenido hijos les habrá hecho más longevos 🤭).
Ella misma se daba a conocer como la estrella geriátrica 💫 porque saltó a la fama en 2005 -¡con 84 años!- cuando el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York le propusiera montar una exposición de sus accesorios titulada "Rara Avis (Ave Rara): Las Selecciones de Moda de Iris Apfel".
Lo peculiar era que no sólo se exponían los accesorios objeto de la exposición, sino su forma tan peculiar de llevarlos, mostrando los looks con los que los ha lucido nuestra protagonista. Con su estilo único, auténtico, muy alejado de las tendencias 👩🏻🎤.
A partir de ese momento se hizo famosa no solo por su singular sentido del estilo, sino también por su actitud, su filosofía de vida y su enfoque hacia el envejecimiento y la moda. Se convirtió en un símbolo de la creatividad sin edad y la autoexpresión, inspirando a las personas a abrazar su individualidad, independientemente de su edad.
Imagínate cómo de viva y especial tiene que ser una persona que celebra su 100 aniversario lanzando una línea de cosméticos con MAC…
Han definido su estilo como bohemio, mezclando lo vintage hippie con la alta costura. Encontraba tesoros en los mercados de pulgas, regateaba sin ningún tipo de complejo ni problema, y se regodeaba con las contradicciones.
Una ancianita entre las modelos de la Semana de la Moda que demuestra que la vida es un viaje para disfrutar y pasarlo bien y deja con grandes lecciones.
Aquí te dejo algunas de las frases que compartió con el mundo y que me he anotado en mi libreta.
✍🏻
RIP Iris 💜