✨ Lo que encontrarás hoy:
Una historia bonita para vivir mejor.
Cómo vamos de la felicidad al abatimiento y qué hago yo para superarlo.
📖 Una historia bonita para vivir mejor.
Según un antiguo cuento sufí, en algún país de Oriente Próximo vivía un rey que estaba constantemente oscilando de la felicidad al abatimiento. Las cosas más nimias le molestaban mucho o le provocaban una intensa reacción, y su felicidad se transformaba rápidamente en decepción y desesperación. Llegó un momento en que el rey por fin se hartó de sí mismo y de la vida, y empezó a buscar una salida. Hizo llamar a un sabio que vivía en su reino y que tenía fama de estar iluminado.
Cuando llegó el sabio, el rey le dijo: «Quiero ser como tú. ¿Puedes darme algo que aporte equilibrio, serenidad y sabiduría a mi vida? Te pagaré el precio que tú pidas».
El sabio dijo: «Tal vez podría ayudarte. Pero el precio es tan alto que todo tu reino no sería suficiente para pagarlo. Por lo tanto, será un regalo, si tú cumples». El rey dio su palabra, y el sabio se marchó.
Semanas después, regresó y le entregó al rey una caja ornamentada y tallada de jade. El rey abrió la caja y vio que dentro había un sencillo anillo de oro. El anillo tenía grabadas unas letras. La inscripción decía «También esto pasará». «¿Qué significa esto?», preguntó el rey. El sabio le dijo: «Lleva siempre puesto este anillo. Pase lo que pase, antes de que digas si es bueno o malo, toca este anillo y lee la inscripción. De ese modo, siempre estarás en paz».
Extracto del libro “Un nuevo mundo, ahora: Encuentra el propósito de tu vida”, de Eckhart Tolle, Ed. Grijalbo.
Hola, ¿qué tal? Estás en Historias Bonitas, mi cuarto de las maravillas, donde almaceno mis aprendizajes más valiosos junto con historias que enseñan e inspiran ilusión y confianza.
🤹🏼♀️ Vamos de la felicidad al abatimiento y qué hago yo para remediarlo.
A lo largo de la vida pasamos por épocas de felicidad, calma y armonía, y otras de sufrimiento, problemas y ansiedades. Hay etapas en las que sentimos que todo va bien, y etapas en las que los problemas crecen como setas, o sentimos una presión enorme sobre nuestras espaldas... Momentos que pueden alargarse más o menos pero que al final pasan.
Incluso en un mismo día podemos vivir una mañana maravillosa y caernos una tormenta por la tarde.
Sólo somos plenamente felices cuando somos niños, o quizá ni siquiera entonces, pero es lo que recordamos a posteriori. Nos quedamos con la mejor parte de las épocas más lejanas.
Sea real o recuerdo, en la vida adulta vivimos oscilando de la felicidad al abatimiento.
Esto mismo me está pasando con la maternidad. Hay momentos en los que me resulta muy duro por un cúmulo de cosas. No poder dormir más de 3 horas seguidas; engullir la comida por estar pendiente del pequeño; no socializar para cumplir los horarios del peque (y por agotamiento); no tomar más de dos cafés al día; no ponerme mascarilla en el pelo durante la ducha porque esperar los 2 minutos es perder demasiado tiempo; elegir el outfit correcto para dar el pecho (no para verme bien); arreglarme y acto seguido mancharme de fluidos varios; no tener momentos de intimidad yo ni con mi pareja; ver una película durante varios días; estar dos meses para ver dos capítulos de una serie (estoy tratando de ver Succession)… etc.
Por otro lado, me siento muy afortunada por poder ejercer la maternidad que siempre he soñado. Me fascina tener a mi pequeño entre mis brazos, acunarle para dormir, nutrirlo, conocerlo… Me encanta verle sonreír cuando me ve entrar por la puerta. Me emociona que busque mi calor por las noches. Verlo jugar con su abuela… Es impresionante sentir una clase de amor tan bonito, tan limpio, tan puro… es tan bonito que resulta inefable. No existen palabras para describirlo.
Sé que esta necesidad tan demandante, agotadora y hermosa es pasajera. Él crecerá y pasaremos a otras etapas más divertidas o complejas (o ambas) hasta que abandone el nido.
Detenerme un instante a respirar, sentir el momento Presente y leer el cuento sufí del sabio y el rey me ayuda a ser consciente de que esto también pasará. Que los momentos en los que me siento ansiosa y agotada porque el bebé da un trabajo que se acumula con otras tareas, pasarán. Que los instantes idílicos en los que estamos jugando con él en el suelo, riéndonos a carcajadas y viéndole aprender a vivir, pasarán.
Todo, lo bueno y lo malo, pasará. Y con cada situación aprenderé la lección que se esconde detrás.
Ser consciente de que esto también pasará ayuda a sufrir menos por saber que esa situación horrible se acabará, y a saborear los momentos de fugaz felicidad.
En Instagram también me topé con una frase que no me quito de la cabeza (las redes tienen mucho de malo pero también algo de bueno). Decía algo así como: “Dentro de 20 años sentirás nostalgia por lo que estás viviendo hoy”.
Y es verdad. En 20 años serás más consciente de las maravillas que estás disfrutando ahora porque muchas habrán desaparecido, y te olvidarás en gran parte de lo que hoy te ahoga porque también se habrá desvanecido.
Quizá es lo mismo que nos pasa con la infancia. Recordamos mejor los momentos felices que los problemas a los que nos pudimos enfrentar. A lo mejor por eso nos pasamos toda la vida de adultos intentando replicar lo que vivimos durante nuestros primeros años…
“Y una vez que la tormenta termine no recordarás como lo lograste, como sobreviviste.Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa es segura, cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata esta tormenta." Haruki Murakami