“Un anciano de Calculta caminaba a diario para ir a buscar agua al pozo. Llevaba una tinaja de barro y la bajaba despacio, a mano, con cuidado de que no golpeara las paredes del pozo y se rompiera.
Una vez que estaba llena, la subía con sumo tiento. Era un acto que requería la máxima concentración y que le ocupaba un buen rato.
Un día, un viajero vio al anciano llevar a cabo su delicada tarea. Decidió mostrarle cómo usar un sistema de poleas:
—Con esto, la vasija bajará más deprisa - explicó el viajero. Podrás llenarla de agua y volver a subirla sin que golpee las paredes. Es mucho más fácil y la vasija se llenará igual con mucho menos esfuerzo.
El anciano lo miró y le dijo:
—Creo que voy a seguir haciéndolo a mi manera. Me obliga a pensar cada movimiento y, para hacerlo bien, tengo que prestar mucha atención. Imagino que, si usara la polea, me resultaría más fácil y tal vez empezara a pensar en otra cosa mientras lo hago. Si dedico tan poca atención y tiempo ¿a qué sabrá el agua? Es imposible que sepa igual de bien”.
Extracto del libro El Acto de Crear, de Rick Rubin.
Hola, ¿qué tal? Estás en Historias Bonitas, mi cuarto de las maravillas, donde almaceno mis aprendizajes más valiosos junto con historias que enseñan e inspiran ilusión y confianza.
Dicen que tu tiempo es lo más valioso que tienes…
No es verdad.
No es tu tiempo lo más valioso.
Es tu atención.
Podríamos decir que el tiempo como tal no existe, porque lo único que podemos percibir es el Ahora, el momento presente. El pasado existe sólo en tus recuerdos (y ni siquiera será el real, sólo lo que permita tu memoria); el futuro, en tu mente. El tiempo que miramos en el reloj es una invención humana necesario para vivir en sociedad.
La atención es el lugar en el que pones tu mirada, tu energía y tus pensamientos cada segundo. Es donde pones el foco, lo que crea tu mundo y tu día a día.
Tu atención es lo que se rifan las empresas cada vez que lanzan un anuncio, una promoción, un producto, un servicio o un contenido. Es por lo que se pelean los influencers. Yo misma mientras escribo lo hago pensando en atraer tu atención. Busco que lo leas todo, no en diagonal, que lo hagas con conciencia. A ser posible, plena.
Pero con tanto estímulo virtual, visual y auditivo, millones a diario, nuestra atención ha comenzado a escasear y a dispersarse.
Tenemos tantas cosas en la cabeza, tareas, ideas, preocupaciones, objetivos por cumplir… incluso nos ponemos en “multitasking” e intentamos hacer varias cosas a la vez para ir tachando “to do’s” de la agenda.
Conducir mientras escuchas la radio o un podcast; planchar mientras ves una serie; ver una serie mientras miras el móvil; mirar el móvil mientras estás en clase; hablar con un amigo mientras haces un Bizum pendiente; cocinar mientras ves YouTube; trabajar un poco y mirar el móvil; leer mientras escuchas música o te paras a mirar el móvil; tener varias pestañas de temas diferentes abiertas en el ordenador…
Nos cuesta mucho más que años atrás detenemos con todos nuestros sentidos ante una durante unos minutos... No le dedicarle energía y espacio lleva, a la larga, a dejar de aprender, de estar alerta para unir ideas y conceptos creando algo nuevo y bello.
A mí me pasa y me preocupa. Tengo la sensación de que los días pasan volando. Mucho más desde que soy madre. Es como si desde entonces hubieran dado al botón de x1,5 en mi vida y todo funcionara más rápido. Muchas noches no recuerdo qué he comido, qué hecho ese día ni dónde se han ido las horas. Mi atención anda dispersa entre varios temas pendientes y cuando consigo poner el foco en uno, mi mente ya está pensando cuándo voy a empezar el otro. Lo peor es que a lo largo del día se me pueden ocurrir ideas y mejoras para aplicar en diferentes proyectos pero muchas las olvido porque no dispongo de la energía o espacio necesarios para ponerme con ello. Es decir, no le dedico mi atención. Y esto que me pasa a mí, sé que nos pasa a muchos.
Como dice Marian Rojas, no es positivo a nivel social ni individual. Si lo perpetuamos, en poco tiempo empeoraremos nuestra salud física y psíquica y nuestro entorno. De esta sensación derivan ansiedades y problemas a los que hay que poner remedio.
Lo bueno es que podemos retomar y encauzar la atención. Existen ejercicios, meditaciones, libros y prácticas varias que pueden ayudarnos a reencontrarla y dirigirla hacia lo que es importante.
¿Y Ana, qué es lo importante?
Bueno, esa es sencilla.
Importante es lo que lo sea para ti. Tan fácil (y difícil) como eso.
Seguir aprendiendo, tu familia, tus hijos, tu pareja, tus padres, tus amigos, tu trabajo, tu emprendimiento, tu salud, tus viajes, tus deseos, tu vecindario, tu ciudad, tu país, tu planeta…
Nadie más que tú tiene la respuesta. Por mucho que digan “lo importante es la familia”, o “lo importante es el trabajo y el dinero a final del mes”… no es verdad.
Tú eliges y decides qué es importante para ti y qué no.
Puedes ayudarte de la Matriz de Eisenhower para pensarlo, aunque está más enfocada a tareas que a temas. Te puede servir para diferenciar lo importante de lo urgente.
Cuando sepas qué es importante, lo realmente relevante para ti, tendrás un regalo.
El regalo de enfocar tu atención en lo que de verdad importa.
Hola Ana,
Toda la razón, y más ahora que tienes un bebé. Creo que es algo que nos pasa cuando somos madres: de repente se te olvidan las cosas, sientes que no retienes la información como antes y empiezas a usar una agenda para hacer tu lista de ToDos y apuntar todo.
Tranquila…no se pasa jajajajjaa aunque mejora con el tiempo ;-)
Respecto a las pantallas, en general, ya sea el móvil, la tele, la tablet…son como los ladrones de tiempo de Momo; eres consciente, pero sigues ahí, “enganchada” Por cierto, quiero volver a leer Momo, y ver si el libro que leí siendo niña y que no entendí del todo, ahora cobra más sentido.
Me encantan tus newsletters :-)
Así es, varias cosas a la vez y al final no sabes cual era tu intención en un principio. Me asusta cuando me envían el tiempo de uso de móvil en la semana anterior, y veo las hora que estado pendiente de él.
Desde la pandemia me dio por leer libros físicos en papel y es lo que intento seguir haciendo.
También da cierto respeto y a la vez da que pensar, cuando me subo al tren de cercanías y me veo al 90 % de la gente pendiente de su móvil y con sus auriculares puestos, recuerdo de jovencito cuando en un trayecto de 30' minutos se contaban mutuamente la vida con el que tenían enfrente sentado, ahora en muchos casos ni un "buenos días ,ni un hola ".
Gracias ,por tus historias bonitas, un saludo.